En todas las disciplinas el desarrollo de la materia en cuestión es muy similar al del mercado económico. Los hombres instruidos cooperan entre sí porque encuentran mutuas ventajas en ello. Aceptan de la labor de los demás lo que les parece útil. Intercambian sus descubrimientos por medio de la comunicación verbal, de la circulación de documentos no editados o de publicaciones en periódicos y libros. La cooperación se efectúa a escala mundial, lo mismo que sucede en el mercado económico. El aprecio o la aprobación de los colegas desempeñan una función bastante parecida a la que realiza la contraprestación monetaria en el mercado económico. El deseo de merecer ese aprecio, de que su labor sea aceptada por sus compañeros, impulsa a los hombres de ciencia a enfocar sus actividades en direcciones científicamente eficaces. El conjunto se hace mayor que la suma de sus partes a medida que un científico aprovecha la labor de otro. Su trabajo sirve a su vez como base para desarrollos posteriores. La física moderna es producto del mercado libre de ideal al igual que el automóvil moderno lo es del mercado libre de mercancías. También en ese caso el desarrollo se ha visto muy influido, especialmente de un tiempo a esta parte, por la intromisión administrativa, que ha afectado tanto a los recursos disponibles como a la clase de conocimientos solicitados. Con todo, el sector público ha desempeñado un papel secundario. En efecto, una de las ironías de la situación es que varios científicos que han alentado al máximo la planificación central de la actividad económica por parte del Estado, ha reconocido el peligro que amenazaría al progreso científico en caso de una planificación gubernamental de la ciencia; el peligro de la imposición de prioridades desde arriba en lugar de acceder a los descubrimientos espontáneamente por medio de los estudios e investigaciones de los científicos individuales.
Extracto de “Libertad de elegir” – Milton Friedman y Rose Friedman
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